¿DEMOCRACIA?
Son las ocho en punto y estoy en el estadio universitario, no se logra ver la basura encima del cemento, todo el camino está repleto de estudiantes que deseoso por votar, supongo que por eso madrugan, ¿no? “Tal vez piensan entre más rápido mejor” o “al mal paso darle prisa”.
Una hora después, como religiosamente sucede aquí, se abren las puertas del estadio. A votar!! El mal gusto por el rose ajeno y el golpeteo innecesario que produce entrar al estadio en ese momento me obliga a retirarme y volver más tarde.
El tipo tiene 25 años, estudia en la Facultad de Artes desde hace dos años, está en cuarto semestre. Tiene una estatura pequeña (1.50 metros) y es flaco. Le gusta rock and roll, la cerveza, el humo blanco y el olor de los libros. Lo vi bajar por las gradas de cemento gris del estadio universitario de la Central, no pretendía huir de la lluvia, la disfrutada en cada paso. Veinte pasos y a votar sin filas ni espera. Acomodó su abrigo negro, los espacios secos eran cada vez menos y con el bolígrafo manchado de huellas de los 300 sufragantes que se le adelantaron rayó las cuatro hojas de colores que le dio la chica de bufanda roja de la mesa.
Según los miembros de la junta fue el voto número 301.
- Hey, 301 puedo hacerte unas preguntas?, le dije
Entre asustado y a burlón dijo sí. Después de una relativamente larga explicación de mi curriculum académico y el motivo por el que llevaba 5 horas parada en el estadio, accedió.
Rápidamente expresó:
- Voté nulo, no soy chino (FRIU), no soy correista (N.U) y mucho menos una naranja apadrinada (Mov. Mariátegui).
“Larga conversa”, una risa irónica y se marchó.
La lluvia comenzó a ganar espacio en el estadio, todos corren, ignoro por qué al fin y al cabo no puedes huir de la lluvia, otros sacan sus paraguas (en su mayoría negros) y los “afortunados” miembros de junta simplemente recogen sus piernas esperando que las mesas con manteles blancos cubran sus pies de la lluvia.
Mi reloj roto, sin embargo no descompuesto marca las seis de tarde y el cielo no deja de gotear. Esta vez regreso con un paraguas y con compañía que mantiene mi brazo derecho caliente, al menos. Una vista rápida de lo que pasa en las juntas de las distintas facultades, y nos centramos en la Facultad de Artes y la de Derecho; como es común el padrón nunca se completa. El tiempo se acabó para aquellos que pretendían llegar y para los que pretenden irse.
Un proceso electoral que se viste de blanco democrático cada fin de gobierno.
ERIKA GONZÁLEZ OSORIO